Ninguna sociedad podrá alcanzar su óptimo desarrollo, mientras la violencia de género sea la protagonista.
Publicado el 7/2/2024.
Como mujer, es desconcertante reconocer y aceptar que ninguna sociedad, podrá alcanzar un desarrollo exponencial, mientras que las mujeres, niñas y adolescentes, no tengamos nuestros derechos, oportunidades, cuidados; y, protección, debidamente establecidos. Que el ejercicio de estos sea reales y efectivos, sería la única manera de lograr un desarrollo inclusivo y equitativo.
Lamentablemente, todos los días recibimos noticias de: femicidios, asaltos sexuales, secuestros, etc; y, lo más alarmante, es que los índices demuestran crecimiento en la tasa de mortalidad de las mujeres, sin importar edad o condición socio-económica, en manos de sus victimarios.
La violencia que asecha al género femenino, puede estar en cualquier lugar, en la casa, escuelas, colegios, universidades, lugar de trabajo, en un restaurante, o en la calle, lo que me lleva a cuestionarme, ¿Las mujeres realmente tenemos libertad?, especialmente libertad de caminar sin miedo, de vestir, de crecer profesionalmente, libertad de elección, libertad de expresión. No la tenemos, porque cada vez que ejercemos nuestras supuestas libertades, tenemos consecuencias.
El confinamiento por la pandemia, situación de fuerza mayor, desnudó una sociedad violenta, deprimida y opresora. A pesar de encontrarnos en el año 2024, nuestra sociedad ha normalizado el yugo intra-hogar, el abuso del poder en el ámbito laboral y educativo; y lo más grave, ha normalizado noticias de abusos sexuales, y ¿porqué asevero que ha normalizado? Por que como sociedad no se hace absolutamente nada al respecto, no existe un despertar de conciencia que tenga incidencia en un cambio.
Siempre se habla de creación e implementación de políticas públicas orientadas a combatir la violencia de género, pero si no existe un despertar como sociedad y una conciencia plena para con el genere femenino, ¿de qué sirven las políticas públicas?
El lector masculino posiblemente genere reproche a mis planteamientos e interrogantes, pero debo decir que esta es una realidad y no una utopía.
Es necesario un trabajo en conjunto, para iniciar con las prevenciones necesarias con miras a generar una erradicación absoluta de violencia, lo que sin duda incrementaría las oportunidades económicas, la fuerza laboral, un mayor rendimiento educativo, desarrollo infantil óptimo, pero sobre todo garantizaría vida plena y digna en sociedad.
Todos los actores públicos o privados, relievan sus discursos al hablar de los derechos de las mujeres, del cuidado de la niñas y adolescentes; sin embargo, no pasa de ser un mero discurso de popularidad, pues 1 de cada 3 mujeres, niñas; y, adolescentes, sufren violencia psicológica, física o sexual diariamente, en la mayoría de los casos perpetrada por alguien de su entorno (hogar, educativo o laboral).
Los tipos de violencia que existen son innumerables y de diversas índoles, pero según la clasificación realizada por las Naciones Unidas, existe violencia: sexual, física, psicológica; y, económica, concomitante a ello, también se consideran violencia de género: la segregación sexual del trabajo; la brecha salarial; la falta de representación política; y, la violencia simbólica.
Cuando hablamos de violencia simbólica debemos entender que es el origen del resto de violencias, pues refiere a todos los estereotipos y prejuicios sobre el rol de las mujeres, lo que se considera que son o lo que pueden y no pueden hacer en una sociedad.
Defender los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes, debe ser un trabajo social de todos los días, a través de proyectos efectivos para poner fin a la desigualdad y la violencia de las que son víctimas, promoviendo públicamente cambios culturales y de comportamiento para combatir la desigualdad de género, viabilizando que las víctimas y sobrevivientes de violencia, sientan seguridad de pedir ayuda, de accionar, y buscar protección integral.
La violencia de género es la manifestación más clara de la desigualdad entre hombres y mujeres, y la más grave violación de los derechos humanos que sufren millones de mujeres, niñas y adolescentes, razón por la cual, la falta de equidad limita indudablemente el desarrollo de un país.
Salvar vidas y proteger el bienestar del género femenino debe ser un objetivo primordial en políticas públicas de desarrollo, pues sin mujeres, niñas y adolescentes, sanas, vivas, íntegras y libres ninguna sociedad será capaz de avanzar.